Burkina Faso, Tierra de hombres íntegros, considerado uno de los países más empobrecidos del mundo, contaba, en agosto de 1984, con siete millones de habitantes. Más del 80% de su población eran campesinos, el nivel de analfabetismo alcanzaba el 98%, y la esperanza de vida promedio era de 40 años. Thomas Sankara, un líder revolucionario, emergió en oposición a este desolador panorama, modificando el nombre de su nación como símbolo de una profunda transformación. Gobernó el país desde agosto de 1983 hasta octubre de 1987.
Sankara promovió el respeto por el medio ambiente, el panafricanismo, los derechos de la mujer, la austeridad y la autosuficiencia, condenando vehementemente la pobreza. Abogó por la descolonización del pensamiento y la búsqueda constante de la felicidad en su discurso. Se comportó como el "presidente de un país pobre", liderando con el ejemplo y actuando con dignidad, rechazando el culto a la personalidad y la guerra, un enfoque bastante raro para un militar.
Thomas Sankara junto a su familia.
Inicios y Carrera Militar de Sankara
Thomas Isidore Noël Sankara nació el 21 de diciembre de 1949 en lo que hoy es Burkina Faso, pero que en ese momento se llamaba Alto Volta, y era todavía una colonia francesa. Al concluir la escuela secundaria, inició a los 19 años una prolífica carrera militar, que estaría inextricablemente ligada a la política.
Ascenso al Poder y Transformación Nacional
Apenas 14 años después, Sankara lideraba un golpe de Estado y asumía, con el respaldo de un enorme apoyo popular, el gobierno del país. En ese momento, ya era un símbolo en todo el continente.
Gracias a una combinación de histrionismo, carisma, arrojo y lucidez, y a su indiscutible talante revolucionario y contestatario, se empezaba a hablar de él como el "Che Guevara africano". Al igual que el guerrillero argentino, Sankara tuvo una muerte joven y trágica, marcada por la traición de su gran compañero de armas.
La construcción de un revolucionario
Sankara aspiraba a ser médico, esa era su vocación. Pero procedía de una familia pobre y la única forma de seguir estudiando era a través de la academia militar. Ya tenía en su pensamiento una base cristiana, y en algún momento pareció destinado al sacerdocio, porque la Iglesia en África intentaba incorporar a los alumnos más inteligentes. Finalmente se inclinó por el Ejército, pero esa impronta cristiana siempre formó parte de su ideología.
Sorprendentemente, en esa época muchos de los profesores que encontró en la academia eran de formación marxista, así que allí tuvo su primer contacto con esas ideas. Al concluir los estudios iniciales, sus buenas calificaciones le permitieron seguir formándose como oficial del Ejército en Madagascar, un país que entonces estaba muy convulsionado por revueltas populares.
Políticas y Reformas de Sankara
Cuando regresó a Alto Volta, Sankara ya tenía un pensamiento consolidado y estaba convencido de la necesidad de transformar la realidad de su nación, una de las más pobres del planeta. Los mandos militares lo enviaron a la ciudad de Pô, donde comenzó su carrera militar y política, adoctrinando a los soldados y ganándose el respeto y la admiración de la población más humilde.
Después fue a hacer un curso a Rabat, Marruecos, donde conoció a Blaise Compaoré, que se convirtió en su gran amigo y compañero de armas, con el que llevaría adelante su revolución. Al regresar a Alto Volta, participó de una breve guerra con Mali, destacándose por una incursión que realizó con sus hombres, lo que lo hizo muy popular y reconocido por la población. Así lo afirma el escritor español Antonio Lozano, uno de los mayores estudiosos del líder burkinés.
En 1981, Thomas Sankara ocupó su primer cargo público. El nuevo gobierno, surgido de un golpe de Estado, lo nombró secretario para la Información. Duró solo seis meses en el puesto. Se despidió dando una explosiva conferencia de prensa, en la que denunció el autoritarismo y los intentos de "amordazar al pueblo". Ese gesto lo consolidó como la figura más popular del país.
En esos años, había formado, junto a Compaoré y a otros miembros de las Fuerzas Armadas, la Agrupación de Oficiales Comunistas. Fueron ellos los que propiciaron el siguiente golpe: el 7 de noviembre de 1982, derrocaron al Gobierno y llevaron a la presidencia a Jean-Baptiste Ouédraogo. Sankara fue designado primer ministro en enero de 1983.
"Fue su verdadera primera incursión en política", dice el escritor. Muammar Khadafi (que gobernaba Libia y era entonces uno de los máximos referentes del socialismo árabe), lo invitó a su país y lo adoptó como líder revolucionario. En esa época, cada mitin que hacía en Alto Volta congregaba a miles de personas".
"Pero", continúa, "por las presiones de Francia y de la facción de derecha de la coalición gobernante, fue encarcelado. En ese momento se pusieron en marcha Compaoré y sus aliados, y Sankara terminó siendo liberado, con la ayuda de manifestaciones populares".
El 4 de agosto de 1983 tomaron el Estado por las armas. Con sólo 33 años asumió la presidencia y así comenzó la Revolución Sankarista.
La fundación de un nuevo país "Puso en marcha un proceso revolucionario absolutamente inaudito en el África de aquellos años. El 4 de agosto de 1984 cambió el nombre de Alto Volta por el de Burkina Faso, que significa 'Patria de los hombres íntegros', señal de que una de sus prioridades era la lucha contra la corrupción, mal endémico de los gobiernos africanos. Empezó él mismo dando el ejemplo: se mantuvo el sueldo de capitán del Ejército, vendió todos los autos de lujo que estaban al servicio del Estado y adoptó como vehículo oficial al más barato del mercado, el Renault 5", contó el escritor Antonio Lozano en una entrevista para Infobae.
Thomas Sankara tocaba la guitarra y compuso, tanto la letra como la música, lo que aún sigue siendo el Himno Nacional de Burkina.
Redujo los salarios de todos los funcionarios públicos, prohibió el uso de chóferes y obligó a sus ministros a viajar en clase turista. Se dice que hasta se negó a instalar aire acondicionado en el despacho presidencial. Para limitar el nepotismo, impidió a sus familiares acceder a cargos estatales.
Thomas Sankara y Fela Kuti
La austeridad con la que vivió hasta el último día de su vida es algo que nadie discute y que lo diferenció de cualquier otro mandatario africano. "Cuando murió -dice Lozano- las únicas posesiones que tenía eran una casa hipotecada y tres bicicletas. Su madre todavía era vendedora en un modesto puesto de especias en un mercado de Uagadugú, la capital".
El segundo eje de su gestión fue el fortalecimiento de la educación y la cultura. "Logró que el índice de alfabetización pasara de 12 a 36% en un año, y que después siguiera subiendo gracias a las escuelas rurales que creó a lo largo del país", dice el escritor.
También avanzó muchísimo en salud. Creó comandos de vacunación que en pocos meses lograron cubrir a la totalidad de los niños burkineses contra enfermedades infecciosas que estaban causando mucho daño.
Pero es difícil encontrar un campo en el que haya sido más revolucionario que en los derechos de la mujer, muy postergados en esa región del continente. "Fue el primero -continúa- en abolir la ablación femenina. Le dio una fuerza muy especial a la celebración del 8 de marzo, como día del mercado para los hombres, a los que invitaba a hacer las compras. Incorporó a mujeres en todos los ámbitos de la administración pública".
Los cambios más polémicos se dieron en el plano económico. Impulsó un programa muy radical que, con éxitos y fracasos, generó malestar en algunos sectores de la sociedad y adhesiones en otros.
"Llevó a cabo una reforma agraria que redistribuyó la tierra, con reparto de abonos y de semillas a los campesinos, y la creación de pequeñas represas de agua. Así consiguió que Burkina Faso se convirtiera en uno de los pocos países de la región en adquirir la autosuficiencia en cereales, base de la alimentación popular", cuenta Lozano.
"Puso en práctica un programa para potenciar la industria textil local. En sus discursos decía que había que vestir con prendas hechas en el país. Obtuvo grandes logros, aunque el país no pudo salir de su delicada situación, y siguió siendo el cuarto más pobre del mundo", agrega.
Sankara estaba convencido de que para hacer realidad su programa de reformas debía tener "independencia económica". Esta premisa lo llevó a enfrentarse con el sistema financiero internacional y con Francia, de la que Burkina Faso se había independizado en 1960, pero que aún conservaba una enorme influencia. El no pago a la deuda externa, que había sido contraída por los gobiernos anteriores, se convirtió en una de sus banderas.

Políticas y Reformas de Sankara
Entre otras medidas, prohibió la libertad de prensa y los sindicatos independientes, y reprimió toda forma de disidencia política. Nunca estuvo en su horizonte la posibilidad de habilitar elecciones libres.
"Es verdad que Sankara cometió errores importantes -reconoce Lozano-. Por ejemplo, echó a la calle a entre 2.000 y 3.000 maestros por haber participado en una huelga. Fue un acto de autoritarismo, y un error antidemocrático, porque dejó sin profesores al país, y tuvo que sustituirlos por gente joven, de formación rápida e insuficiente.
La represión pasaba por los comités de defensa de la revolución, que tenían el objetivo de controlar que sus medidas llegaran a todos los rincones del país, y de controlar a quienes se oponían. Eso de por sí implicaba una cierta represión. En muchos casos, los comités utilizaron el poder que se les dio en su propio beneficio, y cometieron abusos. Fue una institución fallida, pero Sankara cometió el error de mantenerlos, porque consideraba que su papel era fundamental", agrega.
La traición
Sankara se fue quedando solo. Si bien hasta el final mantuvo un importante apoyo popular, había abierto demasiados frentes dentro y fuera del país, y sus enemigos crecían en fuerza y en número.
"El final era algo que él mismo veía venir. En una entrevista concedida 15 días antes de su muerte a un periódico belga, cuando le preguntaron por un posible complot en su contra, dijo que el único capaz de matarlo, porque lo conocía mejor que nadie, era Blaise Compaoré. En su entorno le insistían una y otra vez para que terminara con él, porque era una amenaza. Pero su respuesta era siempre la misma: no podía hacerlo por la amistad que había entre ellos, eran como hermanos", cuenta el escritor español.
Compaoré era el segundo hombre de la revolución. Fue vicepresidente y, en la última etapa, primer ministro. Pero no estaba de acuerdo con muchas de las políticas de Sankara. Especialmente, con las restricciones que había impuesto para los funcionarios públicos.
El 15 de octubre de 1987, un grupo armado ingresó en su despacho, mientras mantenía una reunión con los 12 integrantes del Consejo Nacional de la Revolución. Sankara, que en ese momento tenía 37 años, fue asesinado junto al resto de los asistentes.
Al mismo tiempo, Compaoré ejecutaba un golpe de Estado que lo convertiría en el nuevo presidente de Burkina Faso. Se mantuvo en el poder durante 27 años, hasta que una serie de revueltas lo obligaron a renunciar y a huir del país, en octubre de 2014.
"Nunca hubo una explicación oficial del asesinato. Las demandas de los familiares de Sankara fueron denegadas por las autoridades judiciales, bajo el pretexto de que el acta de defunción, que fue falsificada, decía que había muerto por causas naturales. Nunca se pudo probar quién lo mató, de dónde vino la orden. Pero todos saben que fue obra de Compaoré, con la complicidad de los servicios de inteligencia de Francia y Costa de Marfil", dice Lozano.
"Compaoré quería el poder para disfrutarlo en su propio beneficio y en el de su familia. La excusa que dio para el golpe fue una deriva autoritaria, pero la represión durante su gobierno fue tremenda, con miles de muertos y encarcelados. El enriquecimiento de él y de su familia fue inmenso, y se convirtió en un dictador más entre otros de África", agrega.
Actualmente hay en Burkina Faso un Gobierno de transición, a cargo de Michel Kafando, que inició una revisión del régimen de Compaoré, y que tiene la intención de esclarecer lo que ocurrió con Sankara.
Un hombre limpia un retrato de Sankara. Vía | KAMBOU/AFP.
Conclusión: El Legado de Sankara
Sankara se unió al panteón de líderes populares africanos y anticolonialistas asesinados como Patrice Lumumba, Amílcar Cabral y Ruben Um Nyobè, quienes dieron todo por la causa de sembrar las bases para erigir el proyecto de construcción social y económica africana, destinado a la mayoría social.
Les recomiendo ver el documental que le rinde homenaje a este gran líder, "Thomas Sankara, la Revolución Asesinada" (con subtítulos en castellano).