Desenredando las raíces, trenzando la libertad

Desenredando las raíces, trenzando la libertad

Al igual que otras formas de arte, el cabello ulótrico siempre ha servido como una representación de temas políticos y sociales contemporáneos. Mirar los peinados populares, los métodos de peinado y las opiniones sociales del cabello afro a lo largo de la historia puede revelar una perspectiva única de nuestro pasado.

 

Durante el horrible comercio de esclavizadas/os, las/os africanas/os capturadas/os, eran obligadas/os a embarcarse para ser vendidas/os, experimentando algunos de los peores tratos de la historia.

Por un lado, no se les permitía usar suficiente ropa en los barcos para que se pudiera crear espacio en las pequeñas, oscuras, y mal ventiladas habitaciones. 

No podían bañarse y solo se les permitía estirarse de vez en cuando durante los viajes en los que podían durar más de un mes.

 

Un problema importante que también tuvieron que enfrentar y soportar, fue la falta de alimentos. Solo les daban raciones de comida que lograrán mantenerlas/os vivas/os hasta que llegaran a sus nuevos destinos.

Aún muchas/os esclavizadas/os que lograron sobrevivir y aterrizar en las plantaciones de café, algodón o azúcar todavía luchaban por la comida. Sus amos no les permitían comer mucho ni tener acceso a alimentos o suficiente dinero para comprarlos.

 

 

Aunque las/os esclavizadas/os fueron capturadas/os repentinamente, y no tuvieron tiempo suficiente para empacar algunos alimentos de cosecha propia, ellas/os estaban completamente preparadas/os almacenando las semillas y los granos en sus cabellos por si sus pueblos eran allanados por los esclavistas o antes de embarcarse en un viaje que nunca tendría regreso.

 

Las mujeres africanas se trenzaban el cabello y ocultaban semillas de arroz, frijoles, pequeños esquejes de yuca, maíz y otros granos en las trenzas, dependiendo del grosor de su cabello. 

Las madres a menudo lo hacían en el cabello de sus hijas/os para tener algo para sobrevivir.

 

La técnica de trenzado fue muy popular entre las/os africanas/os, especialmente entre las comunidades cimarronas. Los patrones de trenzas en el cabello eran simbólicos. Fueron adoptados en sus escapes, para comenzar sus propios asentamientos donde cultivaban alimentos y vivían independientemente.

 

Pero no todo sucedió así en la trata transatlántica, desafortunadamente con el paso del tiempo, algunos traficantes de esclavizadas/os descubrieron el escondite de granos y oro en los cabellos y hasta en las orejas de los esclavizadas/os, razón por la que una de las primeras cosas que los traficantes esclavistas empezaron a hacerle a las/os africanas/os esclavizadas/os antes de subirlos/as en las embarcaciones, fue afeitarles sus cabezas. Una forma de avergonzar y deshumanizar de inmediato a sus cautivos. 

 

 

Los africanas/os tenían un gran orgullo por su cabello. En muchas comunidades étnicas africanas, los peinados se usaban para comunicar la edad, la religión, el estado civil y la riqueza de su portador. Se invirtió una gran cantidad de tiempo, arreglando, peinando, lavando, engrasando y trenzando el cabello para una mayor salud y longitud. El cabello se consideraba arte, se estilizaba y adornaba con flores, conchas y cuentas de colores.

 

El cabello tenía un gran significado espiritual para las/os africanas/os. Algunas/os incluso creían que debido a que el cabello está ubicado en el punto más alto del cuerpo, está más cerca del cielo, por lo tanto, los mensajes de los dioses y espíritus deben pasar por el cabello para llegar al alma. Es así, como el cabello ulótrico en su estado natural era respetado, venerado y atesorado. 

Quitar una parte tan importante de la identidad, afeitando la cabeza, sirvió como una forma efectiva de deshonrar y humillar a las/os esclavizadas/os.

Estos métodos para deshumanizarlas/os fueron solo el comienzo. En una tierra extranjera controlada por personas de tez clara y cabello lacio, el cabello con textura afro-rizada fue atacado socialmente y etiquetado como inferior y repelente. 

 

En la década de 1700, los anuncios, los carteles de las subastas de esclavizadas/os e incluso la comunidad científica, se referían al cabello ulótrico como "pelusa", como si ni siquiera fuera cabello humano. Este lenguaje deshumanizante sirvió para validar el estatus de clase baja y la esclavitud de las/os africanas/os.

 

 

Esta retórica racista fue internalizada por muchas/os esclavizadas/os, pero también en lavanderas, choferes, cocineras/os y amas de casa. Quienes trabajaban dentro de las casas de las plantaciones tenían que presentar una apariencia que se asemejara a sus dueños. Circunstancia que condujo a la creación del primer alisador para los cabellos afro y rizado para que tuvieran una apariencia más europea.  

Este brebaje era una mezcla de lejía y papas. Las papas se usaron para disminuir los duros efectos de la lejía. Esta forma temprana de alisador fue eficaz por un período, pero a menudo quemaba el cuero cabelludo y dañaba el cabello. 

Para hacerse algunos rizos en el cabello después de alaciarlo, usaban un cuchillo de mesa calentado en la estufa.

 

Hoy en día, muchos de los alisadores para el cabello que puedes encontrar sin receta y en salones de belleza locales todavía contienen lejía y tienen los mismos efectos dañinos. 

 

Herramientas de las/os esclavizadas/os para estilizar su cabello 

El cabello ulótrico puede ser difícil de peinar y desenredar, por eso muchas/os africanas/os desarrollaron herramientas y métodos especializados para mantenerlo. A veces tardaba horas o incluso días crear los fastuosos y adornados diseños que representaban los peinados tradicionales. Pero una vez esclavizada/o, esto no era posible, ya que trabajar 12-18 horas al día, bajo un sol incandescente o incluso con un frío infernal, no dejaba tiempo para mantener y peinar su cabello.

 

En África, había peines de madera tallados a mano con dientes largos, anchos y extremos redondeados que podrían usarse para desenredar el cabello. Pero en lugar de sus preciados peines, las/os esclavizadas/os tenían que usar una herramienta de cardado de lana de oveja para arreglarse el cabello. Esta herramienta tenía dientes de alambre de acero, un mango de madera y llevaba consigo piojos, tiña y otras enfermedades que se transmitían a las/os esclavizadas/os. Asimismo el hecho de dormir en graneros o en el heno donde dormían los animales, también las/os llenaba de liendres e insectos su cabello, como su cuerpo. Razón por la que tradicionalmente solían engrasar sus cueros cabelludos para evitar que las pulgas y las garrapatas se alimentaran de él. Además, no sorprende que muchas/os de ellas/os tuvieran que usar pañuelos en sus cabezas, para cubrir costras, parches calvos y otros problemas de cabello provocados por la herramienta de cardado.

 

 

No fue sino hasta después de que el comercio transatlántico de esclavizadas/os terminó en 1808, para que ellas/os pudieran tener un día a la semana para descansar y asistir a la iglesia, los domingos. Este día también se convirtió en su oportunidad para estilizar el cabello e intercambiar consejos para el cuidado del cabello. 

 

Siglos de esclavitud sin los aceites, mantequillas y peines tradicionales utilizados en África obligaron a los esclavizadas/os a cuidar su cabello utilizando los únicos productos disponibles. Para reemplazar los aceites de palma, utilizaron grasa de tocino y de ganso. En lugar de karité, para acondicionar el cabello, usaron mantequilla para cocinar. Incluso el café y la grasa del eje de las ruedas se usaron como tintes naturales para el cabello. 

Usaban harina de maíz, sémola y polvo carbón para limpiar su cabello. Ahora, tenemos champús para el cabello seco, el graso, para el cabello tratado químicamente, para la restauración capilar, para dar volumen, etc.

 

Afortunadamente, ahora tenemos productos diseñados específicamente para peinar, hidratar y acondicionar nuestros cabellos.

 

Es revolucionario que muchos productos hoy en día estén diseñados no solo para alisar el cabello sino también para resaltar nuestras texturas rizadas naturales.

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