Lo que tus estudiantes afro desean que sepas

Lo que tus estudiantes afro desean que sepas

Para los niños y niñas de la comunidad negra, una parte importante de su experiencia escolar está asociada con profesores blanco-mestizos que no comprenden su cultura. Esa fue sin duda mi experiencia. Mi educación estuvo llena de profesores blancos —desde el jardín hasta la Universidad— que, en esencia, fueron buenas personas, pero sin saberlo, estaban suprimiendo mi espíritu con su falta de conocimiento, cuidado y amor por mi etnicidad y cultura.

 

Ahora, mi trabajo es exponer a futuro/as educadores sobre lo que se necesita para enseñar a las niñas y niños de la comunidad negra. No importa a dónde vaya, cuando pregunto a los y las futuras maestras por qué quieren enseñar, especialmente las mujeres blanco-mestizas, en primera o segunda respuesta dicen: "Porque amo a los niños". Esta declaración puede mostrar que profesores y maestras blanco-mestizos pueden ser amables con todos los niños, incluyendo a los afrodescendientes. Pero, ¿cómo puedes amar o cuidar a alguien de quien conoces tan poco?

 

Debido a que el racismo “anti-negro” prevalece en la sociedad, incluso dentro del sistema educativo, es aún más crucial que madre, padre y acudientes de los niños y niñas de la comunidad negra comprendan que ellos/as enfrentarán desafíos que no tienen nada que ver con sus habilidades.

 

Muchos/as padres y madres negros/as cuestionan y tienen sentimientos encontrados acerca de transmitir los valores y las formas de una sociedad que dice de muchas maneras: 'No valoramos tanto a las personas negras, como lo hacemos con las personas blancas'.

 

 

Ilustración | Mia Coleman.

 

Padres y madres de la comunidad negra tienen aproximadamente tres veces más probabilidades de hablar sobre racialidad con sus hijo/as que los padres y madres blancos/as y/o blanco-mestizos/as, según un estudio de 2017 de niños de kinder y sus familias en el Journal of Marriage and Family. Tres de cada cuatro padres/madres blancos/as en ese estudio evitaron hablar completamente sobre la etnicidad y/o racialidad.

Las madres y padres blancos y/o blanco-mestizos a menudo creen que hablar de ‘raza’ es en sí mismo de alguna manera racista, y por eso comunican a sus hijos/as que “el color de la piel no importa y que todos son iguales”. Pero incluso los niños pequeños, con su breve experiencia del mundo, pueden ver que eso no es cierto.

Cuando los padres y madres blancos dejan a los niños, dar sentido a estas contradicciones por sí mismos, sin contexto histórico u orientación sobre cómo pensar en la diferencia, las aulas se convertirán en espacios tensos para los niños y niñas de la población negra.

 

Muchos estudios muestran que los estudiantes negros experimentan racismo y trato desigual durante su escolaridad, lo que afecta su éxito en la escuela y su bienestar.

Según un nuevo estudio en Society and Mental Health, estudiantes negros/as en una institución educativa con pocos niños negros tiene más probabilidades de ser diagnosticados con una discapacidad de aprendizaje que un niño o niña con un rendimiento similar en una escuela predominantemente negra.

 

De acuerdo al estudio, incluso cuando los niños y niñas tenían los mismos puntajes en las pruebas y antecedentes sociales, se podía determinar que uno/a tenía una discapacidad de aprendizaje en una escuela y no en otra. Así que este hallazgo revela no solo que las clasificaciones de discapacidad de aprendizaje en América son subjetivas e inconsistentes, si no que son propensas a sesgos según el contexto y lo más preocupante es que es muchas veces es debido a prejuicios raciales.

Además, dicho análisis afirma que los estudiantes negros tienen tres veces más probabilidades de ser expulsados ​​o suspendidos que sus compañeros blanco-mestizos, por percibirse como amenaza o “inadaptables” prescindibles. Esto puede afectar la trayectoria de la educación de los niños que hacen parte de las mal llamadas “minorías” étnico-raciales, al exponerlos a un posible estigma.

 

 

Los factores ambientales, económicos y sociales también pueden influir en los niveles de rendimiento, y los datos muestran que los niños pertenecientes a grupos étnicos-raciales tienen que lidiar con muchos de estos factores.

 

Los docentes podrían estar pasando por alto el panorama general: cómo la desigualdad social y el racismo fuera y dentro de la escuela, lo que puede llegar a las aulas e interferir con el aprendizaje. Los prejuicios raciales de algunos maestros, como las desigualdades raciales integradas en la vida diaria conducen a los niños y niñas afrodescendientes a tener un menor rendimiento.

 

Los maestros que ignoran el impacto del racismo en las experiencias escolares de los niños y niñas afro, les harán daño. Esta ignorancia no es solo una señal dolorosa de una flagrante falta de información —una función del racismo es borrar la historia negra y las contribuciones de las personas de la población negra—, es una situación peligrosa. Y la dura verdad es que dentro de las instituciones educativas, el racismo funciona como un "superpredador" de los niños y niñas de las comunidades negras.

 

Los sistemas de educación en América están arraigados a la cultura de supremacía blanca. Dentro de este marco, incluso celebraciones, eventos y conmemoraciones nacionales centradas en la negritud, reinscriben el supremacismo blanco. Mediante la presentación descontextualizada de héroes y heroínas negros/as y con el uso de pedagogías que no llaman la atención sobre las normas y prácticas culturales de la “superioridad blanca” que son la base de muchas sociedades americanas.

Para ello, los docentes, deben ir en contra de la blancura normativa, desarrollándose como "maestros abolicionistas", persistiendo con enfoques pedagógicos que también conmemoren y celebren la negritud como parte del camino hacia la justicia racial.

 

Cuando los niños negros socializan en un mundo blanco

A menudo era la única niña negra o una de las pocas, y comencé a pensar en la socialización que viene con la época escolar. 

El verbo socializar significa "hacer adecuado para la sociedad". La palabra generalmente se entiende como benigna, pero me pregunté: ¿Qué significa alentar a un/a niño/a a ser adecuado para una sociedad que no es realmente adecuada para él/ella?

 

Aprendí que ayudar a los niños y niñas afrodescendientes a sobrevivir y tener experiencias positivas en el colegio es un tema, que tanto en las familias como en las instituciones educativas se deberían abordar, ya que no todos los/as niños/as desarrollan estrategias de supervivencia que les permitan participar en escuelas predominantemente blancas y al mismo tiempo resistir.

 

Estaba sufriendo daños y ni siquiera lo sabía porque pensaba que había algo mal conmigo. [Piensas] “si pudiera hacer algo para caerles bien a estas personas ‘blancas’, entonces todo estaría bien”.

 

Recuerdo cuando estudié en un colegio femenino por casi 10 años de mi vida, en el que sólo pude portar trenzas sueltas en dos ocasiones. La primera vez estaba en primero de primaria, y le dijeron a mi mamá que por reglamento de la Institución era mejor que no me enviara de nuevo con ese peinado; no tenía mucha conciencia sobre lo que esto significaba ya que tenía 6 años. 

La segunda vez que lleve trenzas a este colegio fue en quinto de primaria y fue para la foto de la agenda. Día que tendré presente siempre en mi vida como un triste recuerdo. Tenía 9 años, más desarrollada mi conciencia, y en ese mismo proceso se encontraba mi identidad, que por ser producto de una pareja interracial (papá negro y mamá blanco-mestiza) estaba un poco perdida; estando en un constante cuestionamiento de mis facciones, mi cabello, mi color de piel; ser la única niña afrodescendiente de todo el colegio, etc.

 

Debíamos ir el lunes bien presentadas, llevar el blazer, la jardinera bien planchada, los zapatos bien lustrados. Quería ir, luciendo trenzas en un bonito peinado; mi mamá no le vio problema alguno, ya que iría con las trenzas recogidas. Pero… 

 

 

Esta historia personal la cuento, porque es una experiencia a la que niños y niñas afro estamos expuestos/as, y más cuando naciste en una ciudad donde los ciudadanos/as afro no somos un grupo étnico-racial mayoritario, pero también he visto que sigue sucediendo en instituciones educativas de ciudades (y hasta países) donde la población negra es mayoritariamente considerable. 

 

No hay una solución fácil para este problema, pero hay soluciones. 

Se debe procurar que los/as maestros/as, sean autodidactas en el aprendizaje de temas etnoeducativos, interculturales y cátedra de estudios afro y/o estudios indígenas, ya que la idea es que estos conocimientos, que históricamente se quedaron en el olvido, se incorporen nuevamente en el plano educativo para que se reconozcan los aportes de las poblaciones étnicas al desarrollo del país.

 

Existen declaratorias etnoeducativas, pero no hay un trabajo de fondo que permita trabajar con este modelo. Muchos colegios se reconocen como etnoeducativos, pero es muy poco lo que hacen en ese sentido.

Debe haber un sentido al educar y esto supone un mayor esfuerzo para que el tema etnoeducativo esté más incorporado en las instituciones, pero el trabajo como educadores también supone un acercamiento personal frente a estos temas, para que desde sus saberes y labores pueda existir apropiación de toda la comunidad educativa sobre el desarrollo del mismo. 

Debe haber un impulso en futuros/as maestros/as de la comunidad negra a prepararse en el tema, ya que se quiera o no, estudiantes afro tienen mayores expectativas cuando tienen un/a profesor/a afro que les enseñe sobre historia negra o los asista para enfrentar problemas de racismo.

 

La necesidad de preservar nuestra cultura y comunidad surge del deseo de mantener un lugar real y psicológico, donde seamos aceptados/as, respetados/as y protegidos/as. Por esta razón, es preocupante cuando las “'normas psicológicas y culturales ‘blanquizadas’ ” introducidas por los/as educadores/as en los planteles educativos, cambian, lastiman o destruyen la visión de identidad, historia y cultura negra de los estudiantes afrodescendientes.

 

 

Ilustración | Alleanna Harris.

 

Antes de ingresar a un aula, los/as educadores/as deben trabajar por comprender la importancia de la etnicidad y la cultura en la formación y desarrollo de la identidad; deben examinar cómo funciona el racismo y detectarlo en estudiantes que lo están padeciendo, como en aquellos que están en riesgo y deben ver la necesidad imprescindible de enseñarlo en los entornos escolares y académicos.

 

Pero, al final del día, los/as docentes blanco-mestizos/as deberían reflexionar y razonar sobre el racismo estructural. Necesitan unirse a la lucha por la justicia educativa, la justicia racial, la justicia de vivienda, la justicia alimentaria, la justicia laboral... y, sobre todo, la lucha por la humanidad.

 

Entonces, la pregunta no es: ¿Amas a todos los niños y niñas? La pregunta es: ¿Lucharás por la justicia para los/as niños/as afro, indígenas, gitanos/as? ¿Y cómo lo harás?

Sostengo que debes luchar con la creatividad, la imaginación, la urgencia, la audacia, el ingenio y con lo que llamo, ‘enseñanza abolicionista’, para luchar juntos/as por una educación en las aulas, basada en humanidad, justicia, equidad y antirracismo.

 

Leer, escuchar, reflexionar, hacer preguntas y mejorar como resultado de lo que aprendemos nos convierte en comunidades de aprendizaje verdaderamente inclusivas con un plan de estudios antirracista efectivo. Mejoramos tanto la vida individual como la equidad y la justicia en la sociedad.

Usar el antirracismo como base para desmantelar las narrativas y definiciones convencionales, podemos desafiar y cuestionar la visibilidad de ciertas formas de violencia, el papel del contexto histórico y cultural, quiénes son las víctimas, el privilegio blanco, quiénes son los perpetradores y cómo debemos hablar de ellos/as de una manera que finalmente se centre en la justicia y la transformación.

 

Como educadores, padres, madres, acudientes de familia… como sociedad, comprometernos críticamente en cómo pensamos y hablamos acerca del racismo, la discriminación, la exclusión,... es lo mínimo que podemos hacer para enfrentar y desafiar los sistemas, instituciones y creencias que la sostienen como piedra angular fundamental de la vida tal como la conocemos.

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